Arreglar las finanzas del gobierno estadounidense se ha convertido, con razón, en una de las tareas más críticas de la política actual. La deuda ahora supera los 36 billones de dólares, más que la deuda combinada de más de 170 países de todo el mundo.
Millones ven a Elon Musk y Vivek Ramaswamy como salvadores mesiánicos gubernamentales, preparados para abordar las arraigadas fallas burocráticas del sistema. Sus propuestas han incluido recortar 2 billones de dólares en gastos y proporcionar software gratuito para la presentación de impuestos. Han captado la atención de Estados Unidos.
Sin embargo, pasan por alto uno de los fallos sistémicos más característicos de nuestra generación: Estados Unidos pierde la asombrosa cifra de 1 billón de dólares cada año en impuestos adeudados pero no pagados, lo que se conoce como la “brecha fiscal”. Si bien las causas de esta crisis (errores, subregistro y evasión absoluta) son complejas, la solución puede no serlo.
Fundé Truetax, una plataforma tecnológica cuyo objetivo clave es cerrar la brecha fiscal. Me di cuenta de que la inteligencia artificial ofrece herramientas transformadoras para modernizar y simplificar el sistema tributario, facilitando el cumplimiento, reduciendo errores y recuperando ingresos perdidos.
Esta crisis ha socavado la estabilidad financiera de nuestro país. La brecha fiscal en Estados Unidos es mayor que en casi todos los demás países desarrollados. En Dinamarca, la brecha fiscal es inferior al 2 por ciento de los ingresos. En Estados Unidos, se acerca a un asombroso 20 por ciento.
Esta disparidad no sólo es perjudicial; es evitable. Cerrar la brecha fiscal no sólo financiaría todos los intereses anuales de la deuda estadounidense, sino que también permitiría recortes de impuestos para todos los estadounidenses. Las soluciones basadas en IA pueden ser fundamentales para que esto suceda.
La raíz de esta crisis es nuestro sistema tributario: más de 100.000 páginas de códigos tributarios incomprensibles. La complejidad no es sólo una carga: es un defecto sistémico. Para agravar esta base caótica está la dependencia del IRS de una plataforma tecnológica arcaica construida en la década de 1960. Esta infraestructura obsoleta ha fomentado la ineficiencia, los errores y la explotación, dejando a Estados Unidos como un caso atípico global.
En Suecia, los impuestos se pueden presentar en menos de cinco minutos; en Estados Unidos, meses. La combinación de complejidad y fallas tecnológicas ha llevado a millones de personas (incluyéndome a mí) a presentar involuntariamente declaraciones de impuestos erróneas, sólo para descubrir años después que debemos impuestos atrasados y fuertes multas.
El enfoque actual del IRS está mal dirigido. Aunque el aumento de financiación de 60 mil millones de dólares proveniente de la Ley de Reducción de la Inflación ha traído cierta modernización, gran parte se ha gastado en contratar personal en lugar de invertir en tecnología transformadora.
Los esfuerzos por reclutar muchos más agentes fiscales para auditar a los ricos pueden parecer ambiciosos, pero históricamente más de la mitad de estas auditorías no han dado lugar a cambios, y cada una cuesta más de 100.000 dólares. Es una estrategia ineficiente y obsoleta.
Cerrar la brecha fiscal requiere un enfoque que dé prioridad a la tecnología, con intervención humana centrada en los casos más complejos.
En primer lugar, es necesario simplificar el apoyo a los contribuyentes. Es necesario poner mucho mayor énfasis en impulsar la automatización de los sistemas, como los centros de llamadas impulsados por inteligencia artificial, que podrían brindar ayuda en demandas fiscales complejas antes de su presentación, reduciendo errores y malentendidos. Esto agilizaría los esfuerzos multimillonarios de asistencia a los contribuyentes y mejoraría el cumplimiento sin inflar a la agencia.
En segundo lugar, la prevención de errores en tiempo real es fundamental. La tecnología puede autocompletar formularios, señalar inconsistencias y detectar declaraciones insuficientes a medida que los contribuyentes presentan sus declaraciones, adaptándose a las regulaciones e historias individuales en evolución. Un proyecto de investigación dirigido por Harvard demostró que las intervenciones tempranas y la percepción de una supervisión sólida disuaden la evasión fiscal de manera mucho más efectiva que la aplicación de la ley después de la presentación de la declaración.
Por último, la automatización de las auditorías es un área enorme de oportunidades. Un informe de McKinsey de 2021 estimó que hasta el 30 por ciento de las auditorías podrían automatizarse, una cifra que ha aumentado significativamente con los avances en la IA. La automatización de casos más simples liberaría recursos para auditorías complejas, ahorrando miles de millones al año y recuperando decenas de miles de millones en ingresos.
Las estrategias de IA de las agencias tributarias como estas no son sólo teóricas: han sido probadas en muchos países desarrollados, incluidos España y Francia. Al adoptar plenamente tecnologías similares, Estados Unidos podría lograr enormes avances para cerrar la brecha fiscal y recuperar una gran parte del billón de dólares perdido anualmente.
El noventa y tres por ciento de los estadounidenses está de acuerdo en que pagar impuestos es un deber cívico. En el entorno hiperpolarizado de hoy, pocos temas unen así al país. Cerrar la brecha fiscal modernizando el IRS no es sólo un imperativo financiero, es una oportunidad para restaurar la confianza en nuestras instituciones.
Lo que necesitamos está claro: un sistema tributario alineado con la visión de Musk y Ramaswamy para el Departamento de Eficiencia Gubernamental (“DOGE”), uno que reduzca la burocracia, garantice la equidad y refleje los valores de nuestra nación.
Josh Sandler es el fundador de Truetax y ha creado dos empresas de tecnología respaldadas por capital de riesgo que abordan desafíos sistémicos/económicos a gran escala.