El líder norcoreano, Kim Jong Un, ha vuelto a plantear el espectro de un conflicto nuclear y ha emitido una dura advertencia de que su régimen no dudaría en desatar su poder militar (incluidas las armas nucleares) si algún adversario intenta utilizar la fuerza contra Pyongyang. Reportado por los medios estatales el 7 de octubre, este último estallido verbal fue parte de su discurso en la Universidad de Defensa Nacional Kim Jong Un. El trasfondo de los comentarios de Kim es significativo.
Se informa que el parlamento de Corea del Norte, en sesión desde el lunes pasado, enmendará la constitución para etiquetar aún más a Corea del Sur como su “principal enemigo”, una señal inequívoca de una hostilidad cada vez más profunda en la península. No es casualidad que este mensaje llegue sólo unos días después de que el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, advirtiera que cualquier uso de armas nucleares por parte de Corea del Norte provocaría una respuesta “abrumadora” de la alianza entre Corea del Sur y Estados Unidos. La escalada de retórica en ambas partes denota la persistente volatilidad en la región, donde tensiones de décadas de antigüedad siguen estrechamente vinculadas a la cuestión nuclear, sin una solución a la vista.
No sorprende que Corea del Norte haya vuelto a intensificar su serie de provocaciones contra Corea del Sur de una manera bastante irrisoria. Además de probar misiles balísticos tácticos capaces de transportar ojivas masivas, el régimen ha estado llevando a cabo gestos absurdos pero prácticamente conmovedores como enviar globos llenos de basura a través de la frontera y transmitir mensajes de propaganda. Estas medidas reflejan la mayor confianza de Pyongyang en su conjunto de trucos de múltiples frentes.
Las pruebas de misiles no sólo muestran fuerza militar sino también una guerra psicológica de siguiente nivel, al evaluar cómo sus rivales pueden hacer que Kim acapare los titulares de todo el mundo sobre su búsqueda de armas nucleares. Quizás aún más alarmante sea la noticia de que el mes pasado Corea del Norte inauguró por primera vez sus instalaciones de enriquecimiento de uranio, difundiendo imágenes de Kim Jong-un inspeccionando personalmente el lugar e instando a que se añadieran centrifugadoras.
Esta rara exhibición nuclear resalta el afán del régimen por hacer alarde de sus avances en su programa nuclear con un nivel de audacia sin precedentes, insinuando planes de armamento potencialmente más rápidos. A pesar de la intensa presión de la comunidad internacional, Pyongyang está demostrando que seguirá adelante con su proyecto nuclear y diversificará la provocación y la desestabilización. Por lo tanto, ha devuelto la atención internacional al estado aislado, poniendo nerviosos y provocando condena.
Corea del Norte ha disfrutado durante mucho tiempo del orgullo de demostrar su agresivo poder militar, a menudo en formas que violan no sólo los acuerdos internacionales sino también simples normas diplomáticas. Todas estas provocaciones agresivas ocurren en un momento en que las principales naciones están haciendo malabarismos con sus propios problemas internos e internacionales, dividiendo el enfoque en todo el mundo. Estas pruebas se produjeron inmediatamente después de la cumbre de junio entre Kim Jong Un y el presidente ruso Vladimir Putin. Sin embargo, al probar misiles ahora, Corea del Norte buscará aprovechar esta distracción y avanzar en su agenda con la atención del mundo dividida.
Sin embargo, no ha habido ambigüedad en la respuesta de gran parte de la comunidad internacional a las pruebas de misiles de Corea del Norte. Estados Unidos, Corea del Sur y Japón denunciaron la prueba como una amenaza a la paz internacional y una violación de las resoluciones de las Naciones Unidas contra el despliegue de sistemas de misiles balísticos por parte de Corea del Norte. Las tres naciones dijeron en una declaración conjunta que seguían dedicadas a la seguridad y la estabilidad de la región y advirtieron a Pyongyang “que abandone su comportamiento ilegal y peligroso”.
La reunión Putin-Kim tiene ramificaciones adversas en términos de estabilidad regional en el este de Asia. La cumbre resultó en un pacto de defensa mutua que se espera cambie drásticamente los meridianos regionales. Esta nueva alianza definitivamente reforzará las ambiciones nucleares de Corea del Norte y fortalecerá las relaciones militares con ambos países.
La medida es seriamente alarmante para Estados Unidos y sus aliados, en particular Corea del Sur y Japón, que han respondido a la reciente demostración de agresión norcoreana intensificando las actividades de defensa. La reunión es un ejemplo más de la dinámica cambiante y las crecientes paradojas que sustentan la geopolítica del este de Asia. Debido a la posibilidad de una mayor cooperación militar entre Rusia y Corea del Norte, es probable que Corea del Sur y Japón experimenten mayores amenazas a la seguridad. Esto podría dar lugar a que Corea del Norte desarrolle sus programas nucleares y de misiles, lo que amenazaría directamente a ambos vecinos. Como resultado, Corea del Sur y Japón están buscando formas de fortalecer aún más sus alianzas militares con Estados Unidos y mejorar sus propias capacidades de defensa.
Este acontecimiento en la península de Corea requiere una recalibración de las estrategias de defensa y disuasión tanto de Estados Unidos como de sus aliados, incluido el despliegue de sistemas avanzados de defensa antimisiles, una mayor cooperación militar y un mejor intercambio de inteligencia. También podría incluir nuevos intentos de llevar a Corea del Norte a la mesa de negociaciones, un proceso que tradicionalmente ha resultado desconcertado.
Ciertamente, desde la perspectiva de Corea del Norte, hay una serie de usos para las recientes pruebas de misiles a nivel interno. Su objetivo es reforzar la posición de Kim Jong Un en la cima de la elite militar y política, proyectando ostensiblemente su “dedicación” a fortalecer las defensas de Corea del Norte. Además, estas pruebas son parte de la estrategia para movilizar apoyo dentro del país. Al proyectar la imagen de Corea del Norte como un país asediado y constantemente atacado por “potencias hostiles”, el régimen está tratando de inculcar un sentimiento de unidad y propósito en su pueblo oprimido, que es esencial para preservar la cohesión social y desviar la atención de los intereses de la nación. problemas económicos y violaciones de los derechos humanos.
Abordar el programa de misiles de Corea del Norte es un camino más difícil. Aunque las sanciones han afectado duramente a los norcoreanos, no lograron obligar a Kim Jong Un a abandonar sus programas armamentísticos. Las recientes pruebas de misiles balísticos realizadas por Corea del Norte sirven como duros recordatorios de la amenaza constante y en evolución que plantea el régimen.
Frenar las ambiciones nucleares de Corea del Norte es una tarea complicada que debe abordarse en múltiples niveles. Estas medidas podrían implicar nuevas sanciones al régimen y acciones coercitivas para presionar económicamente a Corea del Norte. Esto incluye sanciones más fuertes y su aplicación por parte de otros países para forzar el aislamiento económico, mejorar los esfuerzos diplomáticos con la ASEAN o las potencias regionales como un frente unificado y tomar medidas cibernéticas y financieras para perturbar económicamente a Corea del Norte.
Otra forma de presionar al régimen es realizar campañas de información que vayan contra la maquinaria propagandística norcoreana y proporcionen a los norcoreanos una visión más honesta de la vida fuera del país. Estos elementos, junto con una investigación continua y una estrategia de aprender de la experiencia, deberían proporcionar un mejor medio para contener las ambiciones nucleares de Corea del Norte.
Imran Khalid es médico y tiene una maestría en relaciones internacionales.