Los libertarios han abrazado durante mucho tiempo las virtudes de un Estado mínimo, abogando por la libertad personal y la libertad económica por encima de todo. Pero la aplicación práctica de estos ideales dentro de las estructuras políticas existentes a menudo ha resultado difícil de alcanzar.
Desde Ronald Reagan hasta el movimiento Tea Party, los políticos republicanos han ganado poder utilizando la retórica libertaria, pero en repetidas ocasiones no han logrado reducir de manera mensurable el tamaño y el alcance del Estado. Como activista libertario profesional durante 15 años, en ocasiones he estado a punto de perder la esperanza de ver un gobierno federal verdaderamente limitado durante mi vida.
Luego vino el “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE).
Una semana después de su victoria, el presidente electo Donald Trump anunció el establecimiento de una nueva comisión asesora presidencial encargada de sugerir recortes al gasto federal. Encabezado por Elon Musk y Vivek Ramaswamy, el esfuerzo se llama DOGE, un doble juego de palabras con el meme favorito del fundador de SpaceX y la criptomoneda que lleva su nombre.
Pero, bromas aparte, ¿DOGE puede tomarse en serio la idea de recortar el estado? Mi experiencia en Washington sugiere que no será tan sencillo.
La primera razón para ser pesimista acerca de DOGE es el nombre mismo. El “Departamento” no será una agencia gubernamental real, como algunos pueden creer. De hecho, la comisión tiene una fecha de vencimiento del 4 de julio de 2026. Como tal, sus recomendaciones podrían terminar siendo solo eso: sugerencias. Para reducir verdaderamente el gasto público, Trump necesitaría la cooperación del Congreso, la rama con el poder del presupuesto.
Sería una tarea difícil teniendo en cuenta el sucio secreto que a los libertarios como yo no nos gusta reconocer: el gasto público es ampliamente popular. Es cierto, en conjunto, que el 54 por ciento de los estadounidenses cree que “el gobierno está haciendo demasiado”, según una encuesta Gallup de octubre. Pero, cuando se desglosa el gasto por categoría, los estadounidenses tienen una visión favorable de casi todas las agencias gubernamentales (excepto el Departamento de Educación, el Departamento de Justicia y el IRS), según una encuesta reciente de Pew Research.
Entonces, cuando llegue el momento, será difícil para DOGE encontrar recortes que sean políticamente populares. Incluso recortes importantes como eliminar por completo el Departamento de Educación (un llamamiento popular entre los libertarios) recortarían sólo 82.500 millones de dólares, una fracción de los 2 billones de dólares que Musk y Ramaswamy han prometido recortar. De hecho, el 55 por ciento del gasto federal se destina a prestaciones como la Seguridad Social y Medicare, consideradas durante mucho tiempo como el “tercer carril” que sería un suicidio político si el Congreso o el presidente lo tocaran.
La última razón para ser pesimistas es que Estados Unidos no se encuentra en una crisis fiscal, al menos no todavía. Hemos visto a lo largo de la historia que los gobiernos sólo aceptan terapias de shock fiscal cuando las cosas se ponen realmente difíciles. El ejemplo contemporáneo más famoso es Argentina, donde el presidente Javier Milei recortó el gasto público en aproximadamente un 31 por ciento y cerró o consolidó 13 agencias. Sin embargo, Argentina se ha visto paralizada por la hiperinflación causada por décadas de mala gobernanza. Las cosas en Estados Unidos no son tan sombrías.
No obstante, se debe dar crédito a Trump, Musk y Ramaswamy por ser lo suficientemente progresistas como para volver a poner sobre la mesa el proyecto libertario de recortar drásticamente el gasto público antes de que Estados Unidos se convierta en otra Argentina. Aquí radica una oportunidad para los libertarios. Si bien es posible que DOGE no conduzca directamente a un gobierno más delgado, sirve como catalizador del discurso público sobre la eficiencia y el gasto gubernamental.
La comunidad libertaria debería ver este momento como una apertura estratégica. Incluso si las políticas de Trump en otras áreas, como los aranceles, son un anatema para la economía libertaria, DOGE puede ser un punto de reunión para que los libertarios reaviven el entusiasmo por el conservadurismo fiscal. Es una oportunidad narrativa en el panorama mediático para promover la reducción de la extralimitación del gobierno. Los memes, la cobertura mediática y el discurso público pueden contribuir a cambiar la opinión pública hacia una visión del gobierno más favorable a los libertarios.
Por lo tanto, si bien DOGE no será la solución milagrosa para lograr un gobierno más pequeño, representa un momento cultural y político significativo. Los libertarios deben aprovechar esto, impulsando acciones legislativas cuando sea posible y abogando continuamente por un gobierno que respete la libertad individual.
El camino hacia un gobierno pequeño no estará dictado desde arriba, sino que debe ser un esfuerzo de colaboración que involucre a una población motivada, un Congreso responsable y un presidente dispuesto a defender la causa. Que este sea un momento en el que los libertarios demuestren que sus ideales no son sólo teóricos sino que, de hecho, pueden influir en el funcionamiento práctico de la gobernanza.
Casey Given es presidente y director ejecutivo de Young Voices, una agencia de relaciones públicas sin fines de lucro que ubica a escritores libertarios emergentes en los medios.