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Las elecciones de 2024 han terminado, ¡adiós! Vayamos más allá de la política.

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Afortunadamente, las elecciones de 2024 finalmente llegaron a su fin. Buen viaje.

Este espectáculo conflictivo, divisivo y emocionalmente agotador por fin ha quedado atrás. Ahora es el momento de avanzar, no sólo desde los candidatos y la campaña, sino desde toda la empresa política misma. Lo que necesitamos no es simplemente un respiro temporal de la guerra partidista, sino una reevaluación fundamental del lugar que le corresponde a la política en la vida estadounidense.

Nuestros fundadores entendieron bien este imperativo. Como señaló John Adams, había “estudiado Guerra y Política” para que sus “hijos tuvieran la libertad de estudiar matemáticas y filosofía”.

La implicación era clara: la política era un mal necesario que había que soportar para que pudiera comenzar el verdadero trabajo de vivir. Consideraron el compromiso político no como un fin en sí mismo, sino como el andamiaje sobre el cual se podría construir una sociedad civil rica.

Sin embargo, en algún momento del camino hemos perdido de vista esta verdad fundamental. La política se ha convertido en una obsesión que lo consume todo, un Leviatán que amenaza con tragarse todos los aspectos de nuestras vidas. Nos despertamos con él, nos acostamos con él y, en el medio, domina nuestras conversaciones, nuestras redes sociales y nuestro propio sentido de identidad. El resultado es una forma peculiarmente moderna de servidumbre voluntaria: nos hemos convertido en prisioneros voluntariosos de nuestras propias obsesiones políticas.

Suficiente.

Es hora de recordar que hay mucho más en la vida que el interminable tira y afloja entre izquierda y derecha, rojo y azul. Están las alegrías de la familia, las maravillas de la naturaleza, la emoción del descubrimiento, el consuelo de la fe, el desafío de la búsqueda intelectual, la camaradería de la comunidad: todo el rico tapiz de la experiencia humana que se encuentra más allá de los candidatos y las campañas. Estas actividades, no la guerra política, son las que dan textura y significado a la vida.

Estas son las cosas que nuestros Fundadores buscaron proteger y preservar cuando diseñaron un sistema de gobierno de alcance limitado y de poder limitado. Nunca pretendieron que la política se convirtiera en el único foco de nuestra atención, el lente a través del cual vemos el mundo. De hecho, probablemente considerarían nuestra actual monomanía política como una especie de patología cívica, una distorsión de su visión original.

La tragedia es que nuestra obsesión por la política no nos ha convertido en mejores ciudadanos, sino en peores. Cuanto más nos centramos en el conflicto político, menos capaces nos volvemos de las mismas virtudes (prudencia, moderación, sabiduría) que hacen posible el autogobierno democrático. Hemos confundido los medios con los fines, confundiendo la maquinaria de la democracia con su propósito.

A medida que nos acercamos al feriado de Acción de Gracias, vale la pena reflexionar sobre la sabiduría de otro líder estadounidense que reconoció la importancia de alejarse de la agitación política. En 1863, en el apogeo de la Guerra Civil, el presidente Abraham Lincoln proclamó el Día de Acción de Gracias como fiesta nacional, llamando al país a unirse para “el pleno disfrute de la paz, la armonía, la tranquilidad y la unión”.

Lincoln entendió que incluso en medio de una profunda lucha nacional, había fuentes más profundas de significado y propósito a las que debemos regresar. La generosidad de la cosecha, el compañerismo de la familia y la comunidad: estos eran los manantiales que podrían sostenernos, si tan solo tuviéramos el coraje de mirar más allá de los implacables conflictos del momento. Su sabiduría habla a través de los siglos de nuestra propia época políticamente saturada.

Entonces, mientras nos reunimos alrededor de la mesa este Día de Acción de Gracias, prestemos atención a las lecciones de nuestra historia y redescubramos la plenitud de vida que siempre ha sido nuestra verdadera herencia. Porque sólo alejándonos de las urnas podremos recuperar las alegrías, las maravillas y los llamamientos más elevados que nos hacen verdaderamente humanos.

La elección ha terminado. Demos gracias por eso y luego avancemos hacia cosas mejores.

Jimmy Soni es el autor más vendido y premiado de “The Founders”.