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Malinterprete las señales de moderación de Irán bajo su propio riesgo

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Irán lanzó dos ataques de represalia contra Israel tras el bombardeo israelí de la embajada iraní en Damasco el 1 de abril y los asesinatos del líder de Hamás, Ismail Haniyeh en Teherán, del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, y del general del IRGC Abbas Nilforoushan en Beirut el 27 de septiembre. Los ataques provocaron daños limitados y no provocaron víctimas israelíes, y muchos de sus misiles y drones fueron interceptados por las defensas aéreas israelíes y aliadas. Los funcionarios israelíes y estadounidenses han celebrado ampliamente estos resultados como prueba de sus capacidades militares superiores y sus avanzados sistemas de defensa antimisiles. El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, concluyó que las represalias de Irán en octubre fueron “derrotadas e ineficaces”.

Se trata de una atractiva narrativa autocomplaciente que juega con creencias arraigadas entre algunos expertos en seguridad sobre la supremacía tecnológica militar occidental. Sin embargo, esta interpretación es una peligrosa interpretación errónea de la situación. Mi propia investigación sobre el ciclo de venganza en las crisis internacionales sugiere una explicación alternativa: las respuestas de bajo impacto de Irán no son un reflejo de incapacidad, sino una estrategia intencional de gestión de la escalada diseñada para limitar el daño a Israel y evitar una espiral vengativa que conduzca a una guerra regional.

No importa cuánto intenten Israel y Estados Unidos restar importancia a la importancia militar de las represalias de Irán, la evidencia emergente sugiere que la segunda respuesta en octubre fue más exitosa de lo que inicialmente parecía y sugiere que Irán posee la capacidad de infligir daños significativos.

Los informes indican que los misiles iraníes alcanzaron varios objetivos de las FDI a pesar de los sistemas de defensa antimisiles en capas de Israel. Las imágenes satelitales de la base aérea de Nevatim, donde está estacionada la flota F-35 de las Fuerzas de Defensa de Israel, revelan hasta 30 impactos de misiles, lo que desafía la narrativa de la ineficacia militar de Irán. Y según estimaciones de Estados Unidos, incluso antes de la escalada de tensiones regionales en octubre de 2023, Teherán ya posee más de 3.000 misiles balísticos que pueden amenazar a Israel, los activos estadounidenses y la producción de petróleo en la región, por lo que siguen siendo posibles ataques iraníes adicionales de magnitud similar o mayor.

Una explicación más probable para el impacto limitado de los ataques de represalia de Irán es que, en cambio, sus líderes están involucrados en una estrategia de gestión intencional de la escalada. Irán ha utilizado tanto canales de comunicación secundarios como mensajes públicos para coreografiar sus métodos y objetivos de represalia. Al permitir que Israel y sus aliados se preparen y evacuen, Irán minimiza las bajas y al mismo tiempo demuestra su determinación de contraatacar. Se trata de una estrategia de represalia utilizada desde hace tiempo por Irán desde el asesinato del general del IRGC Qasem Soleimani para evitar que conflictos limitados estallen.

En segundo lugar, los importantes retrasos entre los asesinatos israelíes y los ataques de represalia de Irán han dado a Israel y a sus aliados tiempo suficiente para desplegar medidas defensivas. A pesar de enfrentar presiones internas para exigir una rápida venganza, los líderes iraníes han optado por retrasar sus respuestas en lugar de seguir la conveniencia política interna de una represalia inmediata. Este retraso debe interpretarse como una costosa señal de moderación.

En tercer lugar, aunque algunos líderes políticos puedan calificar las represalias de Irán de indiscriminadas, la evidencia sugiere lo contrario. Irán ha evitado deliberadamente objetivos civiles y se ha centrado en instalaciones militares. Esta estrategia de ataque probablemente tenga como objetivo reducir las bajas civiles israelíes y el posterior deseo público de venganza y evitar una mayor escalada.

Es innegable que el sentimiento interno en Irán obliga a sus líderes a tomar represalias, tanto como cuestión de venganza como para apoyar a los aliados dentro del “eje de resistencia”. Teherán es muy consciente de que los resultados con bajas bajas podrían percibirse como signos de debilidad militar, especialmente después de su represalia de abril. Sin embargo, los líderes iraníes continúan empleando una estrategia constante de moderación, plenamente conscientes del potencial de vergüenza militar. Esta disposición a correr el riesgo de parecer débiles es en sí misma una costosa señal de su intención de reducir las tensiones.

Una estrategia de moderación sólo funciona si ambas partes están comprometidas con el control de la escalada. Si Israel y Estados Unidos desean controlar la escalada, un curso de acción inteligente sería que Israel correspondiera a la moderación de Irán con respuestas proporcionales contra objetivos militares, evitando una escalada hacia campos petroleros e instalaciones nucleares. Estados Unidos debería aprovechar su influencia para persuadir a su aliado israelí de que actúe con moderación.

Sin embargo, si Israel y sus aliados responden consistentemente a la moderación iraní con una escalada, Teherán no tendrá más opción que concluir que Israel y Estados Unidos otorgan poco valor a la paz. Esto podría dejar a Irán sin otra opción que recurrir a medidas disuasorias más drásticas, incluido cruzar el umbral de la adquisición de capacidades nucleares, un resultado que está muy al alcance de Irán y precisamente lo que los responsables políticos en Washington y Tel Aviv están tratando de evitar.

X Zhang es becario de seguridad internacional en ciencias sociales y humanidades en el Centro para la Seguridad y la Cooperación Internacionales de la Universidad de Stanford.

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