Washington necesita hacer algo con respecto al hombre fuerte turco Recep Tayyip Erdogan. Y si el equipo Biden no lo hace, entonces la gente entrante de Trump debe hacerlo.
Tan pronto como el régimen de Assad colapsó, el ejército turco atacó la ciudad de Manbij, en el norte de Siria, que ha estado bajo el control de las fuerzas kurdas respaldadas por Estados Unidos.
Turquía envió aviones de combate para apoyar a los combatientes rebeldes que luchan contra las Fuerzas de Defensa Sirias, que cuentan con el respaldo de Estados Unidos. Un dron turco explotó en una base militar kurda.
El ejército del hombre fuerte turco Recep Tayyip Erdogan atacó la ciudad de Manbij, en el norte de Siria, que ha estado bajo el control de las fuerzas kurdas respaldadas por Estados Unidos. REUTERS/Pilar Olivares
Según los informes, al menos 22 miembros de las SDF murieron y otros 40 resultaron heridos.
El lunes, después de que las fuerzas kurdas se retiraran de Manbij, los combatientes respaldados por Turquía tomaron el control.
Más información del consejo editorial de la publicación
Una vez más, se trata de aliados de Estados Unidos que ayudan a evitar que ISIS y otros terroristas resurgieran. Unos 900 soldados estadounidenses trabajan con ellos para controlar la zona; Afortunadamente, esta vez ningún estadounidense resultó herido.
Sin embargo, Turquía los puso a todos en peligro, a pesar de que técnicamente es un aliado de Estados Unidos, como miembro de la OTAN.
Es cierto que, como señaló el secretario de Defensa, Lloyd Austin, Erdogan tiene desde hace tiempo “preocupaciones de seguridad” por los separatistas kurdos extremistas, que quieren su propia nación.
Pero Erdogan claramente apunta a capitalizar el vacío de poder creado por la caída de Bashar al-Assad y extender su influencia.
Turquía y sus representantes en Siria están “buscando utilizar el caos actual para reescribir el mapa a favor de Turquía”, explica Devorah Margolin, del Instituto Washington para la Política del Cercano Oriente.
“Están utilizando la distracción de Damasco para seguir tomando el poder durante este tiempo de caos y socavar a las SDF, asegurando que su poder de negociación se debilite”.
Y eso es sólo la punta del iceberg.
Recuerde, Erdogan ha sido durante mucho tiempo una fuerza problemática en todo Medio Oriente, particularmente por su virulenta hostilidad hacia otro aliado de Estados Unidos: Israel.
Forjó relaciones más estrechas con Rusia después de un conflicto hace algunos años, comprando equipo militar clave, como el sistema de defensa aérea S-400.
Y ha sido despiadado incluso con su propio pueblo, reprimiendo a periodistas y disidentes.
Donald Trump asumirá el cargo en apenas seis semanas, mucho antes de que se calme el polvo en Siria.
Debería hacerle saber a Erdogan –en términos muy claros– que no se tolerará ninguna nueva beligerancia de Turquía en cualquier parte del Medio Oriente, particularmente si plantea riesgos para las fuerzas estadounidenses y sus aliados.
Es mejor que el líder turco tenga cuidado o se prepare para afrontar las consecuencias el 20 de enero.